Llega un día en el que no puedes redactar todos los momentos en los que os véis porque se sobran de tu libreta de flores. En el que necesitas sentirle una vez por cada 24 horas, por que no hay manera humana de aguantar.
Sólo esperas al fin de semana para hacerle el amor de todas las maneras, te mueres por dormir con él porque el cariño es la cosa más gratis, más bonita y humana que han inventado en la vida.
A veces me preguntan que cómo soy tan distinta y feliz a la vez, tan yo. Creo que se le podría llamar intensidad y amor por la vida.
Muy habitualmente me doy cuenta de que vivo tan intensamente que no sé ya desde hace unos años cómo describir lo que siento en cada momento.
En este momento, puedo por lo menos echar mano de la comparación entre varios hombres que han pasado por mi vida, unos más fugaces que otros pero todos han ido aportándome experiencias que me han ayudado a aprender a moldear a quien debe estar a mi lado, a moldearme también a mi misma a mi manera para quererme con todo el cariño que me sobra de quererle a él.
Puedo decir que mi primer amor, llamémoslo A, fue un amor muy intenso para mí pero muy común para él. Él ya había experimentado con chicas, yo, en cambio, sólo era una cría que llevaba enamorada de él tres años y que se conformaba con su compañía, con que me dijera que me quería y me diera un par de besos cada noche de verano.
Digamos que no era muy maduro, digamos que cambiaba de chica cada semana y pasemos al siguiente.
Por mantener un orden a este lo llamaremos B. B era una vieja amistad que me llamó a los ojos en su momento y que entró en mi corazón muy rápido. Yo seguía siendo la misma chica inocente, y al parecer él también. Él era un chico que físicamente atractivo y podías prejuzgar perfectamente ante él diciendo que era el anterior, que iba de flor en flor rompiendo corazones y sin estabilizarse en nada serio.
Sin embargo B era un chico sensible, igual que yo, que hacía que yo me ablandara con él y me gustara. Pero al parecer, lo que tenía de sensible lo tenía de inseguro, y yo siendo como soy, necesitaba que de una forma o de otra, tiraran de mí siempre que lo necesitara.
Volvió A a mi vida. Siempre dicen que el primer amor vuelve a tu vida siempre de una manera o de otra, en un momento o en otro. Yo pensaba que sí, pero él no era el amor de mi vida. Era simplemente deseo, pura comparación de prioridades como estoy haciendo ahora mismo pero de una manera mucho más inmadura.
Te rompe los esquemas cuando más débil estás por la necesidad inmediata del cariño, pero luego te das cuenta de que no ha sido nada más que algo instantáneo, algo que dura lo que duró en su momento pasado porque él quiso, que sigue siendo el mismo niño que conociste y quizás siga así mucho tiempo así que lo vuelves a dejar marchar, a poder ser sin fecha de vuelta.
Cambias de aires, conoces a gente nueva, intimas con estas personas conviviendo tanto tiempo juntos durante un año y surge C. C es una pasada de persona. Con él me di cuenta de que la admiración es una de las bases del querer a tu pareja. Y es que él era la parte sinvergüenza que me complementaba. Daba igual lo que hicieras con él que en todo lugar y en todo momento pasaba algo digno de contar. Las personas que piensan con las ganas y no con la cabeza, las que se guían por su impulsividad, son las mejores.
Siempre dicen que las personas perfectas no existen. Sería la persona más importante en mi vida y sería la persona a con la que mejor me lo habré pasado y con la que menos habré pensado en lo que me rodeaba, pero no sabía leerme el corazón, no sabía tener esa empatía que B tenía. La impulsividad le hacía priorizar con las cosas que a la larga no serían esenciales en su vida, o sí, pero le consumirían. Sus adicciones eran otras.
Pasa un tiempo, te pones a mirar hacia atrás inevitablemente y sólo puedes ver esa persona, mires donde mires, hagas lo que hagas. Surge un estado de obsesión, un círculo vicioso del que sólo puedes salir tú cambiando tu modo de ver las cosas y empezando a quererte bien, lo que supone no depender ya de nadie nunca más.
Y entonces llega D. Antes te veías en un estado sin salida, en el que tú sola no te veías capaz de superar. Sólo en un mes ya puedes mirar hacia atrás y reirte del tiempo que habías esperado a que volviera algo que ni movía un dedo por tu bienestar.
Normalmente tu grado de madurez avanza conforme pasan los años y esto pasa igual con los chicos con los que se está.
No voy a atreverme a comentar mucho esta relación. Sólo quiero decir que no estoy feliz, que soy feliz.
El ambiente que respiro en todos los ámbitos de mi día a día me hace querer seguir avanzando, crecer como persona y querer a los míos, a los míos de verdad.
Para acabar, siento haber sido tan profunda y transcendental con mis pensamientos. A veces tengo que echar mano de esto para expresarme porque es lo que me define.
Sólo quiero terminar diciendo, que ojalá no me queden muchas letras más por conocer del abecedario. Prefiero vivir analfabeta que ir partiendo mi corazón poco a poco mientras mi mente conoce más combinaciones.