Estas fotos la saqué hace exáctamente 1 año.
Trabajaba cuidando a una señora de 76 años que padecía una leucemia que hacía que tuviéramos que tener diariamente las mismas medidas de protección sanitarias actuales, solo que solo ella en este caso era la vulnerable y era una cuestión personal que estaba ambientada en un metro cuadrado de espacio.
No éramos conscientes de la que se nos venía encima, de todas las camas que se llegarían a quedar vacías. Seguíamos viviendo el día a día, valorando unas cosas más y unas menos, pero siempre dejando pasar por alto una gran cantidad de puntos álgidos de felicidad dentro de nuestra rutina que ahora son imprescindibles para nuestra salud mental y para sobrellevarlo todo.
La mente humana, que quiere lo que ha perdido, que no valora lo que tiene hasta que se le escapa de sus manos, en el momento en el que nos privan de nuestros derechos más cotidianos y mundanos, toda razón humana se desmorona y cambia.
Estos días me están viniendo muchísimos pensamientos distintos a la cabeza…
¿Esto será una conspiración de los de arriba para hundir la economía? ¿Será provocado por asociaciones ecológicas y volcadas con el bienestar de la naturaleza que hayan hecho un estudio en el que han descubierto que la mejor alternativa para recuperar el planeta es este plan tan malicioso? ¿Quiénes son realmente los personajes maliciosos en esta película de ciencia ficción? ¿O igual es que no hay división de papeles en esta película porque este hecho ha sido realmente un desastre causado por la naturaleza biológica?
Me preocupa la vida ya que estoy constantemente percibiendo una gran cantidad de cosas simples que se están echando a perder en estos cambios de rutina diaria y, al mismo tiempo, otros actos buenos y desinteresados están empezando a surgir a causa de los malos.
Relaciones amorosas, románticas o no, familiares y compañeros de piso conviviendo en 4 paredes habitables y respirables intermitentemente, poniendo así a prueba su afinidad en una situación tan límite e histórica como esta.
Reuniones en los balcones paulatinas y diarias, conciertos y palmas sin ser músicos los protagonistas, siendo simplemente vecinos que antes se tiraban de los pelos porque no se dejaban dormir unos a otros por la música que ahora crean entre todos a las 8 de la tarde en sus terrazas y ventanas. Nos hemos convertido en espectadores y en dueños de nuestras calles para amenizar esta monotonía. Hemos ido adoptando papeles de músicos y cantantes, de creadores de contenido en redes sociales, animadores, como si de un hotel se tratara, de monitores de fitness, locutores de bingo, y un largo etcétera. Incluso los mismos artistas están creando arte en un entorno y una situación que en un principio era carente de este. Plataformas culturales se han habilitado para todo el planeta, también sin ánimo de lucro, con el fin de hacer esta espera por ver la luz un poco más amena.
Las floristerías se están encontrando con la situación de que tienen un gran stock echado a perder, pero repartido a los que aún son supervivientes pero siguen estando afectados por esta guerra biológica. Los restaurantes, pizzerías, las pastelerías o garroterías, sacan su vena solidaria todos los días por nuestros sanitarios, llenándose estos los estómagos de una energía extra.
Eventos que impensablemente iban a ser cancelados y pospuestos lo están siendo. Deportistas que llevan cuatro años preparándose física y mentalmente para el que va a ser el mayor evento de sus vidas o el último de sus carreras deportivas, tienen que esperar inmóviles en sus casas.
Comercios grandes y pequeños que sí que pueden abrir, transformados física y logísticamente mediante vitrinas de metacrilato y cargados de material sanitario para no tener que ser otros de los muchos que deben de ser cerrarlos por contagio. Empresas que ni siquiera se dedican a ello fabricando este material indispensable sin ánimo de lucro, porque sí, por la humanidad.
Sucesos que me desgarran el corazón. Funerales sin poder celebrarse, de personas que se han ido sin avisar y sin esperarlo ni siquiera ellos. Personas conviviendo en las mismas paredes con otras maltratadoras y dueñas de su corazón y de sus vidas. Ciudadanos de países del tercer mundo y personas sin hogar a la vuelta de la esquina carentes de medios, cuando nosotros nos quejamos teniendo todavía un grifo que cuando se abre sale agua potable,
Repartidores en tierra de nadie, juzgados por la opinión pública acerca de si deben trabajar explotados por todos los republicanos independientes de sus casas o si se merecen perder su trabajo, al igual que una gran cantidad de empleados de empresas pequeñas (y no tan pequeñas), empresarios autónomos que no saben cómo gestionar.
Estoy muy triste, ¿Cómo es posible que un agente infeccioso microscópico haya podido revolucionar todo nuestro planeta provocando tantos conflictos sociales y económicos? Se trata de una tercera guerra mundial atípica, en la que se lucha de una manera distinta, en la que no se sabe ni cómo ni quién ni cuándo se ha creado ese enemigo que persiste en los cuerpos de muchos amigos y conocidos, las trincheras son nuestros hogares y las medidas de protección sanitaria que nos ponemos para salir de este.
Me explota la cabeza al pensar que desastres naturales (y no tan naturales) como este pueden llegar a producir tantas desgracias y tantos momentos bonitos sin ni siquiera poner un pie en la acera de nuestra calle. Pero me destroza más la cabeza que mierdas así pasan todos los meses y todos los años en otros países que no son tan mediáticos como el nuestro. Y, finalmente, lo que termina de culminar mi cabeza es que estas mierdas la mayoría de las veces no son provocadas por la naturaleza sino por la humanidad.
Y ahora me pregunto yo: ¿Qué connotación le dais vosotros a la palabra humanidad? ¿Os consideráis como personas individuales, merecedores del mundo y de la situación en la que vivíamos hace escasas semanas? No es hipocresía, yo cada día me lo planteo con una perspectiva realista…
Os leo en comentarios🌸